El olor ha representado un papel protagonista en las formas de comunicación más primitivas. Siendo el sistema sensorial más desarrollado en gran parte del reino animal (por pura supervivencia: alimento y reproducción).
Mientras que en el hombre este sentido fue en detrimento frente a la vista y el oído que se fueron adaptando a las necesidades para el desarrollo del lenguaje. También la adopción de la postura erguida fue fundamental en este cambio.
Aún así el sentido del olfato continuó constituyendo un papel determinante en nuestras experiencias sensoriales (reacciones placenteras o desagradables) y en nuestra conducta afectiva.
El sistema olfativo presenta una compleja actividad, que se inicia cuando las moléculas odoríferas estimulan químicamente las extensiones de las células nerviosas olfativas de la cavidad nasal. A través de un haz nervioso se transmite la información a la zona del sistema límbico (vinculado a las emociones y los afectos) y desde aquí a otras zonas del cerebro como el hipotálamo (cuyas neuronas inducen tanto al comportamiento como a las emociones e incluso a las funciones corporales, por lo que no se trata de una mera impresión de la realidad sino de todo un proceso que capta, identifica y elabora los mensajes sensoriales y los integra y archiva en los esquemas del conocimiento condicionado por las experiencias pasadas y actuales de cada individuo).
Los olores se van fijando en nuestra memoria desde que nacemos asociados a nuestras experiencias vitales y tienen un enorme poder en la evocación de antiguos recuerdos y sensaciones. Asimismo también van a influir en nuestro comportamiento (afectan además a la producción hormonal).
EL OLFATO ES EL ÚNICO SENTIDO QUE PERMANECE PLENAMENTE ACTIVO MIENTRAS DORMIMOS.
En parte el origen de los perfumes se debe a la interacción entre los estados anímicos y los olores. En los inicios se quemaron maderas, cortezas… con la intención de influir en los estados de ánimo, causar bienestar, deseo sexual, etc. Y estas mismas siguen siendo las causas de su consumo actual.
A pesar de que hoy además se sabe que las preferencias olfativas van en función del género sexual, edad, carácter y cultura. Por ejemplo entre las mujeres existe la tendencia de pasar de aromas frescos a otros más densos a medida que va madurando.
Si por todo ello, los perfumes intervienen en los impulsois básicos de nuestro comportamiento tienen una enorme importancia en relación con las zonas más profundas de la conciencia y conducta humanas. La vuelta y el valor otorgado a las emociones en el s. XXI dan a los perfumes una nueva dimensión.
Existiendo incluso en el mercado cada vez más opciones de adquirir perfumes personalizados.
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Los perfumes ademas de hacerte sentir fresca y segura, también puede generar sensaciones agradables en los demás, puedes elegir la fragancia que se ajuste a tu gusto. Ademas la industria del perfume no solo es para agrado de las personas sino que con el tiempo se ha vuelto una estrategia de marketing.
Mil gracias por tu comentario Tatiana, saludos!